20090305

en donde estes

Me persigues en mis tiempos y compases.
Y te haces diurno en la mañana, oliendo a tabaco y café. Innolvidable como las olas del mar vacío, tus ojos; que siempre estuvieron bañados en copas y vicio. Me enamoras, y sé que cada vez que lo digo pierdo la fe. Estarás presente, presente.
En cada ápice de importancia y relevancia, estarás. Te mueves en rugidos del motor que siempre te hizo libre, las canas y las uñas encarnadas. Se oyen tus pasos cada amanecer, me vuelven loca, tus talones resuenan para recordarme el día que te fuiste para no volver.
Ya no habrá paseos ganando al viento, ya no habra fuerza de voluntad, ni fuerzas muchas veces para respirar.
Estás lleno de decepción, de rabia e ira, impotencia que nunca podrá ser arrancada en palabras. No se dejan rebajar a tus sentidos, y dime de nuevo que no volverás a caer. Dime que tendré que volver a cambiar, siendo caprichosa e idealista.
Porque esta cabeza racional e idiota no te perdonará, no te perdonará por hacer que tuviera que buscarse la vida y deambular en el barniz de las calles. La hiciste dura y pesada, rígida en el tiempo y arrogante en la distancia. La hiciste fría y amante que nunca podrá amar. No me conoces. Y nos llevamos tatuados y plasmados en la piel.
Ni volveré, ni volverás.