20090512

Tristura, mamá.

Quizás no sea la enfermedad más vistosa.
Tampoco tiene que ser la más colorida,
llamativa o lasciva.

Pero si sé que es venenosa, que te duele
por dentro y no para. Te llega al alma,
cautiva, y dispara.

Ni la nombran ni apellidan, solitaria.
Camina en la noche, larga y leve,
prendida, cazada.

Quien la padece destila tristura
en las miradas, huele, colorea;
acomoda el aire.

No tiene hora, ni edad, ni partida.
Sonámbula, se hace hueco
y parece dormida.

Dejadla, porque aun teniendo destreza
en versos, melodías sonadas;
ella es rebelde, animal y alocada.

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